DEHESA DE BOADILLA DEL MONTE
“Alto vive, alto vuela, alto toca la
castañuela” ¿Qué animal es? Lo descubriréis al final de la crónica
Fig. 1. Ejemplar de encina (Quercus ilex)
El pasado día 25 de enero, SEDAL realizó un
nuevo paseo por la naturaleza, el destino elegido esta vez fue la antigua dehesa
de Boadilla del Monte.
| Fig. 2. Palacio del Infante Don Luis de Borbón |
Boadilla del Monte es una localidad
cercana a Madrid, a apenas media hora, y en transporte público podemos
descubrir un lugar lleno de magia por sus fresnos y encinas centenarios. Desde
su origen perteneció al distrito madrileño y a partir de 1576 pasó a ser aldea
de Madrid y posesión real. La zona era conocida por ser coto de caza pero no se
sabe cuándo adquirió la categoría de villa. En el S. XVIII fue sede de la Corte
con la construcción por parte de Ventura Rodríguez del Palacio del Infante Don
Luis de Borbón. Precisamente frente a este precioso palacio renacentista,
comenzó nuestra visita. El día estaba un poco nublado y soplaba un viento frío
a nuestras espaldas, pero nada más entrar en la dehesa, como si lo hubiéramos
contratado sólo a partir de las 11.15, el sol salió y nos calentó durante todo
el día.
| Fig. 3. Fresneda |
Comenzamos nuestro paseo atravesando la fresneda que se extiende a las
orillas del Arroyo de la Fresneda dónde
se aprecia el trasmoche al que se ha sometido a estos árboles a lo largo de
cientos de años. Señal inequívoca del pasado ganadero de la zona. Algunos
fresnos parecían cabezas de gigantes que habían quedado petrificadas allí por
algún encantamiento mágico, otros parecían cuevas por los enormes huecos que tenían en los troncos o como decía María, una
de las amigas que nos acompañó ese día, conexiones secretas con el mundo de las
hadas y los duendes.
Así poco a poco nos fuimos adentrado en la dehesa de encinas y algún
quejigo aislado, todos ellos de un porte también considerable y fuimos
aprendiendo cosas acerca de este tipo de paisaje, y de la dinámica de los
bosques. A un lado del camino descubrimos un vivar de conejos y aprovechamos
para contar algunas cosas acerca de este animal tan curioso pese a ser tan conocido
por tod@s,
entre ellas el hecho de la plaga de conejos que sufrió el continente
australiano por una imprudencia humana. Nos quedamos asustados con las fotos
que mostraban a estos tiernos animalitos pastando como rebaños de ovejas en las
tierras del canguro.
| Fig. 4. Dehesa |
Cuando ya reanudábamos el camino nos encontramos con un ejemplar de lycoperdon
perlatum, también conocido como pedo de lobo y con la ayuda de Carlota y
Darío, dos investigadores científicos en potencia, vimos porque se le llama
pedo de lobo y cómo dispersa sus esporas.
Y así paseando paseando paseando llegó el momento del almuerzo, que nos
tomamos al sol en una pradera entre fresnos. Después de comer un poquito para
entrar en calor antes de comenzar a andar, jugamos a un juego muy divertido “el
bosque y la contaminación” tras el cual nos quedó muy claro la capacidad que
tienen los árboles para mitigar la contaminación.
| Fig 5. Justo explicando un método de poda. |
De nuevo en la marcha comenzamos a abandonar la dehesa y adentranos en un encinar más cerrado, dónde Justo nos explico una manera de podar las encinas que se llama “olivarlas” mientras veíamos en el horizonte la Sierra madrileña con sus cumbres nevadas.
Tras la comida comenzamos a descender de nuevo hacia el Palacio del
Infante Don Luis, no sin antes disfrutar de una vistas maravillosas de Boadilla
y su entorno a la sombra de una encina desde una loma del camino.
Y así termino la ruta, atravesando un puente de madera sobre el Arroyo de la Fresneda y escuchando algunas cosas muy interesantes sobre las cigüeñas que nos contó Tomás.
De nuevo un día estupendo, en buenísima compañía. ¡Muchas gracias! ¡Nos vemos en la próxima!
Podéis ver todas las fotos AQUÍ
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